domingo, 8 de julio de 2012

Las cartas de Cheever


Una entrada en sus formidables journals y su relato más famoso bastan para destilar la novela de la vida de John Cheever (1912-1982). La anotación es de 1949: “No nací en una verdadera clase social, y desde muy pronto tomé la decisión de infiltrarme en la clase media como un espía para poder atacar desde una posición ventajosa, sólo que a veces me parece que he olvidado mi misión y tomo mis disfraces demasiado en serio”. El cuento “El nadador” (1963) nos habla del hermoso perdedor Neddy Merrill, empeñado en la fundación de un río privado enhebrando las piscinas de casas de un barrio residencial para, con épica y epifanía, intentar ocultar las fuentes de una realidad en la que no nada, pero sí se ahoga.
Confesión e invención son remontadas por Blake Bailey (1963) asumiendo el reto de narrar a uno de los mejores narradores del siglo XX y su larga sombra, que planea hoy sobre la tan alabada Freedom, de Jonathan Franzen, o la galardonada serie de televisión Mad Men.
Ya existían materiales para armar el modelo de John Cheever. Una sentida e implacable memoir de su hija, dos volúmenes de cartas y los ya mencionados Diarios presentaban la complicada saga de un ser complejo. Una primera biografía de Scott Donaldson –John Cheever: A Biography (1988)– no estaba mal, pero fue boicoteada por la familia Cheever, que no facilitó papeles privados. Ahora, queda claro que aquélla era una situation-comedy doméstica con risas grabadas comparada con lo que aquí ruge y susurra

No hay comentarios:

Publicar un comentario