miércoles, 14 de diciembre de 2011

(traducción de Charly Feiling de un poema de Ogden Nash, publicado en Amor a Roma. Con este poema Luis Chitarroni terminó ayer su conferencia de apertura del Filba 2011)


Aunque el control nunca pierda,
de mi suerte no hago alarde.
Ahora llegan los besos, demasiados demasiado tarde.
Vosotras decidme, Parcas,
y ya no molesto más,
¿dónde estaban estos besos tres décadas atrás?
Chicas había a montones,
refresco o cerveza, chicas,
alegremente casadas o estudiosas y tozudas,
las novias de mis amigos
o esposas de mis amigos,
algunas bien asentadas y algunas de escaso tino,
chicas tristes y serenas,
agitadas, turbulentas,
en debut cosmopolita o matronas suculentas,
todas ellas tan amables,
todas ellas tan cordiales,
inocentes excitando mis instintos primordiales.
Pero aunque no todavía
salud o plata en exceso
había perdido, ninguna,
ni siquiera Jenny,
me dio un beso.
Esas mismísimas chicas
conmigo se han vuelto viejas,
la cabeza sobre mi hombro apoyan para sus quejas,
y ahora llegan los besos,
un diluvio que se expande,
vanos besos insensatos, demasiados demasiado tarde.
Me besan al saludarme,
me besan al despedirse,
si yo les ofrezco fuego, tienen un beso que darme.
Me besan en casamientos,
me besan en funerales,
no tardan para besarme ni segundos decimales.
Me besan cuando hay un cocktail
o cuando al bridge me desquito,
y es todo tan automático como matar un mosquito.
El sonido de sus besos
retumba ya en mis oídos
como manga de langosta que destruye los cultivos.

Tengo dispepsia, artritis,
una úlcera en camino,
y me cansa ser besado por hábito compulsivo.
Si mis queridas me internan
hoy con demencia senil,
será de besos vacíos, sin consecuencia ni fin.
Vosotras decidme, Parcas,
y ya no molesto más,
¿dónde estaban estos besos tres décadas atrás?

No hay comentarios:

Publicar un comentario